1933 SEMON

A principios del siglo XX, los químicos rusos Ivan Ostromislensky y Fritz Klatte intentaron utilizar el PVC en productos comerciales, pero sus esfuerzos no tuvieron éxito debido a las dificultades de transformación del polímero. Sí consiguió Ostrominlensky en 1912 las condiciones para la polimerización del cloruro de vinilo y, desarrolló técnicas convenientes en escala de laboratorio.

Klatte de Grieskein descubrió en 1918 los procesos que aún se emplean en la actualidad para la producción de cloruro de vinilo a través de la reacción en estado gaseoso, del cloruro de hidrógeno y del acetileno, en presencia de catalizadores.

El cloruro de vinilo y sus polímeros han sido curiosidades de laboratorio hasta hace 40 años, cuando se inició una labor de investigación más profunda y dirigida tanto en Alemania, como en Estados Unidos y Rusia.

Fue Waldo Lonsbury Semon quien, buscando nuevos recubrimientos de caucho sintético sobre metales, empezó a experimentar con los polímeros orgánicos sintéticos, incluyendo el cloruro de polivinilo o PVC, un experimento de laboratorio sin ningún valor en aquella época.

En su búsqueda, Waldo logró una gelatina elástica sin propiedades adhesivas que no servían para su objetivo, pero aún así siguió experimentando. Tras varios intentos, en una primera fase consiguió transformar el gel en un tejido no conductor, resistente al agua y con buenas propiedades mecánicas y, por fin, surgieron los primeros usos: impermeables, cortinas de ducha y paraguas.

Posteriormente logró moldearlo con cualquier forma y grosor y llegaron las protecciones para mangos de herramientas, las suelas de zapatos y los cables, entre tantas otras aplicaciones. Waldo Lonsbury Semon patentó su descubrimiento en 1933.

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